Como hemos podido comprobar a través de este repaso cronológico, el tren es por sí mismo un gran protagonista, coqueto él, especializado tanto en papeles heroicos como románticos, por momentos estrella caprichosa al acaparar los mejores planos, los mejores compañeros de reparto, el mejor equipo técnico... Casi siempre lo vemos vestido de gala y luciendo el mejor de los maquillajes posibles, desfilando altivo por valles y montañas, por espectaculares paisajes de innegable plasticidad.
Seguramente alguien echará en falta algún título en concreto, pero nuestro empeño nunca estuvo en citarlos todos. Otros no entenderán el porqué de la incursión del metro, un hermano pequeño del ferrocarril bastante minusvalorado pero merecedor de todas las atenciones, un tren al fin y al cabo que recorre cada día las entrañas de las grandes ciudades empapándose de sus virtudes a la vez que de sus miserias cotidianas.
Simplemente hemos querido asomarnos como espectadores que somos por la ventanilla del cinematógrafo, un tren sin estación de destino, admirando un universo complejo desde la humilde condición de aficionado, nunca de experto.
Lo que verdaderamente importa es que a partir de ahora la presencia del tren en las pantallas (grandes o pequeñas) no os pase inadvertida. A lo mejor hasta puede que os convirtáis en unos expertos «cazatrenes», como la insospechada pareja protagonista del film Vías cruzadas. ¿La recompensa? Inconmensurable belleza visual.
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